miércoles, 20 de mayo de 2020

A mis nietos



Dicen que la encina es un árbol totémico y símbolo de fuerza y justicia. Siempre amé las encinas porque copaban el paisaje de la tierra que ame desde niña.Me enseñaron que aunque visualmente en la lejanía parecen olivares ,ellas nacen anarquicas ,libres y no lineales.

Mi padre dejó un escrito para sus nietos:

Mi árbol favorito es la encina y os digo por qué.
Me ha protegido de muchas cosas,por ejemplo del sol ,dándome sombra, de la lluvia tapándome con sus ramaje para no mojarme,del viento con su ramaje y su tronco, y del frío dándome su leña para hacer fuego y calentarme.
La encina me ha entretenido mucho e incluso me ha quitado el hambre, cuando estaba en el campo cuidando el ganado y me comía sus bellotitas cocidas ,asadas,crudas o tostadas-
 Y también, por qué no decirlo,eran mi juguetes pues yo con ellas jugaba y era un niño feliz.
No sé vosotros ,que tenéis tantos juguetes que no los apreciáis. Yo me alegro mucho de que podáis tener tantas cosas,ya que no tuve nada,era un niño pobre.Y por esto mismo os pido que lo poco  o mucho que tengáis lo cuidéis y tratéis con tanto cariño como yo tenia a mis bellotitas.
Aunque mi infancia fue pobre,yo fui un niño feliz.

Para Laura, Iñigo, Diego,Jon Ander,alejandro  y Roberto.

Como no podía ser de otra forma en su camino final,en lugar de rosario lo acompañó una bellota.

viernes, 15 de mayo de 2020

Noches con Papa




Cumplí mi promesa; hice de tu casa mi morada, construimos una trinchera y nos lanzamos a una guerra de la cual sabía que solo ganaríamos batallas y el premio ganar días.
- Y, ¿si me muero que pasa?.- pues no lo sé.
- Me pones con tu madre.- No se puede, así que no puedes irte.(imposible, ella murió hace un año).
Mi hermano sugirió la cremación (está de moda)de ninguna manera le dije, que él quiere encontrarse con ella y si va de diferente forma a lo mejor no se reconocen.
¡Ay! No sabe ella lo que daría por irme con ella, me decía.
El que presumía de no estar enamorado, nada más rogaba por ir con ella, es que son 70 años juntos. Sin saber que el amor era eso.
La primera noche, la novedad, el insomnio, un no parar de la habitación a la sala y al revés. Por la mañana me hablaste de la guerra que habías tenido con los alemanes y te recordé que yo también había estado en ella, fue nuestra primera batalla ganada.
La segunda batalla fue más tranquila, pero acabó con ojeras, parpados hinchados y la sensación en la cabeza de una gran borrachera
-¡Pedro! ¡Pedro!. Gritabas a media noche.-¿qué quieres papa?. Ah eres tú, quiero agua.
Al día siguiente me dijiste que el tal Pedro era el presidente, que te había quedado en la cabeza porque hablando con Maite, ella te dijo que vendría a verte cuando le dejase Pedro Sánchez.
Compartimos llantos, risas, sueños, yo tranquilizándote como a un bebe, susurrándote acostada a tu lado.
Tú en el sofá que antes fue de mamá, y yo tumbada en el sofá.
Tu resistencia al pañal, yo transportaba el conejito (que robaste en el hospital) en todos nuestros paseos nocturnos, me hablabas de tu vejiga caprichosa que tenía ganas de orinar y no lo hacía.
-He dicho que no y que no - ¿a qué papa?.
- Que he dicho que no me meto en ese agujero. -Bravo papá, no lo hagas.
Después llegaba el hambre, el cordero, la castillada, el chuletón cuando pase todo; y las natillas a media noche.
-En África que calor pasé en el puto desierto -¿Cuándo estuviste en África?
-Nos afeitábamos con el agua de nuestra orina.
-Papá, tú no has estado en África. -Si, trabajando en la mili.
-Tú hiciste la mili en Sevilla y Alcalá de Henares.- Si, en el sur, que calor hacía.
-Me muero, lo sé. - yo no quiero.
-yo sé que tú no quieres, ni Maite.
Me pedías, te diera la mano y a continuación tu conejito y prometías dormirte con el aire fresquito de la mañana.
Voy a levantarme, tú quédate en la cama
- No, yo voy contigo
-Hija, pero si yo me tengo que morir solo.
-de eso nada, yo voy contigo (es lo que querían verte solito, para llevarte)
Recuerdas que los eché de la habitación y tú levantaste la mano diciéndoles adiós.
Cambio de tercio y con conejito nos vamos al sofá.
- Ráscame la espalda - vale
-A que se está muy a gusto.
-jajajá, sobre todo yo que soy la que rasco.
Otra batalla ganada...
Ganamos 10 batallas papa, pero sabíamos que perdíamos la guerra. Y llegó el día que supimos que debíamos rendirnos. Nos rendimos los dos porque en esa perdida ganabas la eternidad y a mamá y dejamos de luchar.
Pero como me prometí, ahí estaba yo, a tu lado