El califa no resistio la ausencia
EReina dile a la luna, tú que hablas con ella por las noches, que no cese de venir a recogerme, dejare mi ventana abierta y ella y yo, iremos a la tuya alguna noche, no sé cuándo, pero cuando esa noche vaya a llegar, tú lo sabrás, no perderé detalle, deseo sea tan intenso, sé que tenemos poco tiempo; será una hora sí, pero una hora en que no vea ni oiga otra cosa.
me digo a mí mismo que ya me falta menos para amarte, me dan ganas de vivir aprisa y es que, como el buen jinete, no hace caso más que a su meta, que esta allí arriba en el pico más elevado del monte Hernio, el camino es largo, pero sorteare los obstáculos que se me pongan delante.
Soy
capaz por ti de todo, cambiare mis ricos ropajes de seda y mi turbante de
tafetán por túnica de lana, y turbante de lino, partiré con mi cimitarra oculta
llevando la luz del profeta hasta donde te encuentras, si no salgo victorioso en
el campo de batalla la parte de mí que viva seguirá respirando por ti en
silencio, dame aire que quiero volar.
Bendigo los problemas internos de mi corte que me llevan a ti,
lanzé a las huestes cordobesas contra Musa, para doblegarlo e hincarlo ante mí,
con gusto le deje ganar una Marca Superior, sabiendo que mi recompensa eras tú.
Un reino por una reina.
Como nunca sentí antes, necesidad de ti reina,
siento que muero si tú no estás porque eres tú, porque estás aquí, quiero saberlo,
mi corazón ha hablado ya quizá, quizás sea que esta tan lleno de ti, hasta el
tuétano que ya no cabe nada ni nadie más. Después de ver tu sonrisa solo deseo
formar parte de tus más dulces fantasías.
Entonces, habrá una estrella que nos guiñe de una manera especial, bien, pues esa será ya nuestro hogar.
El califa vera amanecer con su reina un día, en el
puente romano de Córdoba, la mezquita sonreirá y sonaran las campanas muy muy
fuertes, despertando toda la ciudad. Pero, que extraño, nadie se enfadara.
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