miércoles, 22 de febrero de 2017
En el quicio de la puerta estaba, tan solo por verla llegar, la vio a lo lejos, altiva, segura.
Retrocedió por no poderla abrazar.Tan cerca y tan lejana, tan suya y de nadie.
Dudó, esperó y no la pudo alcanzar.
Bajó, se acercó, se alejó ,se lleno de su silencio, demasiadas noches de no verla,abrazando sueños sin abrazos.
Deseó de nuevo " le rompiera el alma".Y volvió a desgarrarse las manos, alimentándose de humo.
Lo vio, esperó,se alejó, subió.Tan de ella todo aquello, él lo mantenía intacto,visiblemente grabado.
Afloraron las risas, los besos furtivos, la fellicidad.
Y la risa no era suya, los besos no le eran dados, calló, desapareció el espíritu desgarrado, continuó su camino y habló el silencio
Aunque el silencio no era el verbo deseado.
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