miércoles, 11 de marzo de 2020

El hombre que se quedó sin sueños

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Venid, sentaos cerca de mí. Voy a contaros un hecho que presencié en la tierra de los olivos. Os traje una semilla que os recordará que he estado allí y os contaré una historia.

En mi viaje estuve en un país que hay detrás de las montañas. Es un sitio muy bello con más de diez especies de olivos, situado en la falda de la montaña de Yebel al Arus -monte de la desposada-. Allí, sentados en la rama de un viejo olivo encontré a un hombre de pelo cano que hablaba con una niña. Ellos no podían verme, pero yo si pude escuchar lo que decían.

Ven, siéntate en mis rodillas, -le decía a la niñita-; te enseñaré un libro que hace muchos años, escribieron dos personas, que se querían y se amaban. El hombre empezó a leer en voz baja y serena, entonces la niña, al llegar a un punto, le pregunto:
- Padre ¿esas dos personas eran felices?
- Sí, princesa eran los dos muy felices, los seres más felices sobre la faz de la tierra.
Cuando llegaron al final, la niña ve que hay páginas en blanco y pregunta otra vez
- Padre ¿por qué este libro no está completo?
- ¿Tú me ves sentado aquí contigo?
- Claro que sí, padre
- ¿Ves? eso quiere decir que la historia no ha terminado; cuando no me puedas ver, el libro se completará. Cuando yo muera la historia seguirá en el cielo, porque allí es todo y para siempre.
La niña no entendía muy bien el significado, pero intuyó el dolor de su padre y lo mucho que significaba ella para él.
Abrazó a su padre y le dijo:
- Papá te quiero mucho.
Y como los niños tienen la vida por delante salió corriendo feliz en busca de su propio libro.

Esa conversación sonaba a lamento. Si yo hubiera podido hablarles les diría que el libro sigue en blanco porque el padre se olvidó de soñar. Los libros se llenan de sueños e ilusiones.
Me acerqué al hombre de las páginas en blanco. Pude ver y sentir a un hombre de ojos muy bellos pero tristes, muy tristes. Me enternecí y no pude evitar preguntarme que de qué sirve la belleza si no se aprecia en un rostro luminoso.

- Ven -le susurré- él, absorto en la nada, me miró sorprendido.
- Te llevaré a mi jardín, un lugar donde solo existen flores y cosas bellas, donde los habitantes vamos vestidos con túnicas y diademas de jara y azahar y donde las casas en que moramos no están por encima de la tierra.
El hombre dejó que yo tomara su mano y se dejó guiar por mis pasos.

¿Veis aquel señor que está leyendo un libro junto al rosal? Es él. Aturdido por mi presencia dejó su libro olvidado. Quiso volver a buscarlo pero yo lo consolé:

- Tranquilo. Cuando pasemos por aquel rosal florido y veas que las rosas languidecen y se tronchan a nuestro paso, no te asombres. Volverán a renacer y entre sus espinas hallarás una réplica del libro. Cada día acudirás al pie del rosal escribirás una página y cortaras una rosa para mí.

Y es allí donde ha encontrado su libro con todas las páginas escritas. Porque ese es el lugar donde habitan los sueños donde no habita el olvido.

Mirad viene hacia aquí. Viene con el libro entre sus manos. Sonríe. El hombre dejó que yo tomara su mano y se dejó guiar por mis pasos.

Me entrega una rosa. Glup Glup, me he sonrojado. Esta carita… cosa imposible en un hada.





Reina...yo no quiero estar lejos de ti y de nuestro libro –dice-

Continuará……

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